Helena Giraldo González

Psicoanalista, poeta y ensayista nacida en Filadelfia (Caldas).

Primera mención Concurso Nacional de poesía Porfirio Barba Jacob de Envigado en el 2009 y en el Concurso Nacional de Asmedas 2014.

Publicaciones en la revista Ciudad, meFisto, Universidad de Medellín. Periódicos: Confabulación y revista Virtual Latinoamericana La Otra. Antologías a nivel nacional e internacional.

Publicaciones Colectivas:Octámbulos I 2006 OctámbulosII 2016. Una lúcida embriaguez la de Aquiles y Sócrates en el libro Literatura e poéticas do Imaginário de la editorial de la Universidad estatal del oeste de Paraná (2013).

Libros individuales: Lobos incendiarios (2007) y La Ciudad de tus Ojos  (2012). Libros por publicar: Solo vine a ver el jardínLos rostros de la incertidumbreEl paraíso que buscamos no está afuera. Náufragos.Novela: Los viajes de Penélope. Libro Colectivo. Pertenece a la tertulia Los Octámbulos hace trece años y hace parte del Colectivo Voces al Sur.

 

El palpitar del espejo

Mi geometría es la incertidumbre del cuerpo marcado

por el tiempo, irreversible trampa que se pierde

en el olvido.

Un tranvía vuelve a mi memoria, me detengo en

una escena de dos pequeñas que son una. Sus bucles

se repiten y su mirada se pierde en un pozo oscuro.

Alguien que no alcanzo a ver, abre y cierra la puerta de

los silencios, mientras perfora mi cuerpo con su voz.

Presencio el palpitar del espejo, revés del sueño que

soy. No hay secuencia en las búsquedas de esta obra

inconclusa que no termina.

Me alimento del vientre de la tierra, pieza de ajedrez

que otros mueven a su antojo; delinean mi rostro con

el fuego, decido no estar.

Miro por la ranura de la puerta y me veo dejando lo

que nunca fue mío.

Galope de potros salvajes, los dejo ir mientras me

despido.

 

Espejos

Una paloma picotea el maíz y me veo contigo en la plaza alimentando los sueños y ese aire gris de las tardes melancólicas.

Octogenarios señores nos contemplan y añoran el paraíso de un beso, el que te doy. Mi mano anudada a la tuya como una promesa que no tiene fecha de vencimiento, solo la que está en el termómetro de los cuerpos.

Una paloma tiene el cuerpo de la mañana

El vuelo de tus manos

Afuera de nosotros sigue el mundo, los ahorcados que decidieron no estar, la hambruna, las lamentaciones del cordero y el tigre. Tácita manera de decir, todo nace en los espejos, tu sombra se escabulle por los laberintos de mis rostros.

En un niño que sonríe en una calle desierta, en los ojos del loco más fabuloso te veo. En el cóncavo espejo.

Te pierdes en la nieve y en las palomas que picotean el maíz.

Herida en el espejo

He ido a otro lugar donde otra que soy me observa.

No alcanzo a definirla, es el espejo del tiempo en mi ventana.

Me vuelvo sobre la silla para mirar sus ojos

Ella se detiene en mi ventana como una herida,

Y el horror en mis labios se entreabre.

No te quedes afuera

No te quedes afuera. Todavía tu cuerpo es mi descanso.

No cierres la puerta. Deja que los espejos se vuelvan infinitos

Un hombre sonríe

Ella se precipita desde sus abismos

Desde el fuego que consume

La oquedad de su sexo

Apenas respira.

Entrecortado  fulgor

Luna en creciente

Gotas de rocío

Atraviesan los muslos

Un hombre sonríe.

 

Leopardo

Una hoja movida por la lluvia, cae.

La humedad de los árboles y la mía

Renuevan los ciclos y la savia

Amor de un hombre que atraviesa

Como el sonido del trueno mis pupilas,

Eco que se queda en mi piel.

Tiempos de reposo y de furia,

Nada vuelve de la misma manera

Solo las pisadas de un leopardo

Y su rugido, ya no es de hambre,

Guarda sus garras afiladas

Huele a la hembra que está en celo.

Avanza en círculos, copulan,

Mientras el viento suave se toma la llanura.

Alucinaciones

 

Cómo fugarme de la oscura roca de las alucinaciones,

Carnaval chinesco que me agobia.

Cómo doblar la esquina, para asaltar al doble

Y preguntarle cómo ha sobrevivido

 


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